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MIGUEL VERÍSSIMO
Domingo, 24 de julio 2016, 08:14
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Badajoz. Es una imagen que se ha convertido en habitual. Pocos minutos antes de que comience cualquier obra del festival de teatro clásico de Mérida el público atiende más al teléfono móvil que al escenario. Cuando las luces se apagan, las pantallas alumbran la noche como luciérnagas. Últimamente, muchas de esas pantallas permanecían encendidas buscando pokémon.
La fiebre por Pokémon Go, el juego para teléfonos móviles que ha revolucionado la realidad virtual y ha embaucado a millones de jugadores, ha contagiado a todo el mundo. Por supuesto, Extremadura no se ha librado. En los últimos diez días, el tiempo que lleva funcionando la aplicación en España, han aparecido en todos los rincones de la región cazadores de pokémon, siempre atentos a la pantalla del teléfono por si apareciera alguna criatura virtual salvaje.
Si después del revuelo mediático que ha levantado, Pokémon Go todavía le suena a chino, debe saber que su funcionamiento es más sencillo de lo que parece. La aplicación, que se descarga para el móvil de forma gratuita convierte inmediatamente al jugador en un entrenador que debe capturar y llevar al máximo nivel a todos los pokémon, criaturas fantásticas con las que enfrentarse a otros jugadores. Para cazarlos, hay que caminar por el mundo real, buscándolos e intentando atraparlos. Para conseguirlo, los jugadores se valen del GPS del teléfono, que les indica dónde está cada pokémon, y de la cámara del móvil, mediante la que se consigue saber la ubicación exacta de los monstruos.
La gran novedad del juego consiste en hacer que los jugadores recorran decenas de kilómetros en busca de pokémon. En una tarde de juego se puede recorre una docena de kilómetros y quemar más de 1.000 calorías. Algunos, como la pacense María Preciado, de 20 años, están haciendo turismo gracias a Pokémon Go. «El juego te obliga a salir y a descubrir algunos puntos de la ciudad que no conocías», asegura la joven.
Los pokémon están en todas partes: casas, oficinas, iglesias o monumentos. Niantic, la compañía desarrolladora del juego, los distribuye los mediante un algoritmo, pero también los coloca en puntos emblemáticos, como la Ópera de Sidney, la Puerta de Brandemburgo de Berlín o los alrededores de la Torre Eiffel, lugares que se han llenado de jugadores. Los monumentos más representativos de la región también se han encontrado con la visita de estas criaturas virtuales, como el Teatro Romano de Mérida, donde antes y después de una obra de esta semana había jugadores que se empleaban a fondo en sus intentos de atrapar un Zúbat, un murciélago pokémon.
En Cáceres, aparecen hasta en las iglesias. Los jugadores que hayan pasado por la concatedral de Santa María habrán visto a un Butterfree (una mariposa pokémon) revoloteando por el templo. También es habitual ver a jugadores por la Plaza Mayor, el Adarve o la Plaza de San Jorge. Si algún jugador se ha plantado en el ayuntamiento, habrá comprobado que en el salón de plenos, frente al retrato de Felipe VI, hay un pequeño rinoceronte pokémon llamado Nidoran.
Los ayuntamientos de Plasencia y Badajoz tampoco escapan a la invasión pokémon. En plena rueda de prensa en el salón noble del consistorio placentino aparece un Sandshrew (un armadillo) ajeno a lo que cuentan los concejales. En la capital pacense, un Spearow (pájaro pokémon) revolotea frente al escudo de la ciudad, justo en la entrada al salón de plenos.
Explotación comercial
La caza del pokémon ha dejado ya cientos de anécdotas entre los jugadores de todo el mundo. En California dos jóvenes cayeron por un acantilado cuando seguían a su presa, en Florida un hombre disparó a unos jugadores que se habían colado en su jardín para cazar pokémon y en Madrid dos chicos se metieron en un cuartel de la Guardia Civil, algo que ha estado muy cerca de ocurrir en la sede de la Policía Nacional en Badajoz. «Tienes que tener cuidado, porque salen al lado de la comisaría y no te puedes acercar mucho», explica Danae Segovia, de 20 años.
También en la capital pacense, el vigilante de seguridad del aparcamiento de Menacho se sobresaltó el pasado sábado cuando vio a cuatro jóvenes cuchicheando a las dos de la mañana en el recinto. Pensó que estaban menudeando con droga, pero estaban en plena lucha pokémon. Incluso los camareros de un restaurante pacense han pedido a los clientes que les avisen si hay criaturas cerca para salir corriendo a atraparlas.
El éxito del juego ha atraído la atención de McDonald's, que se ha ofrecido para que sus restaurantes sean un punto clave en el que poder atrapar pokémon y conseguir objetos del juego. El gran beneficiado de este fenómeno ha sido la compañía Nintendo, comercializadora del juego original, que ha visto cómo sus acciones han subido en bolsa un 120% espoleadas por la fiebre de Pokémon Go.
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